lunes, 11 de octubre de 2010
RECAÍDA, ¿LA EXCEPCIÓN O LA NORMA?
A todos nos han contado, por lo menos a todos los que llegamos a trabajar en algún servicio de reducción de daños, que salir de la droga es probablemente una de las tareas más difíciles que puede afrontar una persona, y que lo más seguro es que en nuestra trayectoria profesional nos encontremos tan sólo con un caso entre un millón. Siendo así, ¿merece realmente la pena trabajar tantos años para sólo ver a uno?. Mi respuesta, si es que esa teoría fuera cierta, sería que sí, indudablemente. Porque quizá no trabajemos para que dejen de consumir, pero sí para que el día que decidan dejar de hacerlo lo puedan hacer en las mejores condiciones sanitarias y sociales, y porque aunque no lo decidan nunca, merecen, como todos, ser tratados como personas que son, y vivir en las mejores condiciones que se les puedan proporcionar. Más allá de eso, no hablamos de un caso entre un millón, si no de aproximadamente un 7% según las estadísticas. Entonces, ¿este 7 por ciento es real?. Seguramente no. Porque ese porcentaje habla de las personas que han sido consideradas como “rehabilitadas” según los resultados de los servicios que trabajan con este tipo de población, perola verdad, es que en cuanto a una de esas personas pasa a considerarse como “normalizada” (y lo pongo entre comillas porque al utilizar esa expresión siempre me parece que no estemos trabajando con personas “normales”), se le suele perder la pista. Es decir, puedo considerar como éxito un caso en el que la persona deje de consumir y regrese a su país con su familia, pero ¿sé cuánto va a durar? realizamos algún tipo de seguimiento?. En la mayoría de los casos, la respuesta es no. ¿Y el otro 93%, por qué fracasa en el intento de dejar de consumir?. Si conociéramos la respuesta a esa pregunta, digo yo que ya no fracasarían. Pero hay que recordar que la mayor parte de la población con la que tratamos ha perdido toda red social que pudo poseer en algún momento de su vida, y entonces ¿para qué salir?¿qué hay más allá?. La respuesta a eso asusta, a ellos y a todos. Imaginad que no tuvierais nada a lo que aferraros. Imaginad que vivís en una sociedad que por lo general no os entiende ni os acepta. Que no tenéis a nada, ni a nadie. Que lo único que conocéis (o por lo menos lo único que habéis vivido en los últimos años) es la exclusión social. Lo único que se les puede recordar en estos casos es que, sí que hay algo por lo que vivir, y es por su propia vida.
Veronica
Técnic de treball social, cap d’departament
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