lunes, 20 de diciembre de 2010

ENTREVISTA: Esperanza

“Hay personas que para curarse van de la mano de un matasano, medicando las duras verdades” (El Barrio. Canción: Crónicas de una loca).

La primera vez que me fui de casa, tenía 16 años, fue cuando me dieron el diagnóstico del VIH. Mi familia lo tomó muy mal, no pude seguir viviendo con ellos y tuve que irme. Volví con el chico que me había contagiado y entonces empezaron las palizas. Estuve con él 5 años y cuando las cosas empeoraron, me escapé. A lo largo de todos estos años he estado por todos lados, en casa de mi familia, en la calle, en centros de acogida…



Me junté con un chico que también tenía problemas de adicción. Al principio todo iba bien, pero después volvió a caer, yo volví a beber y a tomar cocaína y todo se fue a la mierda.
De estos errores que cometes… he aprendido mucho, lo teníamos todo y lo perdimos todo. Allí intenté cortarme las venas e ingresé en un centro psiquiátrico. Llevaba años sin medicarme.
Después conocí a otro chico, pero yo estaba tomando ansiolíticos y alcohol. Empezamos a tener movidas hasta que un día me puso las maletas en la puerta, y con toda la razón del mundo.
Con un diagnóstico reciente de principio de cáncer, el médico me dijo que tenía que entrar en quirófano y que pintaba muy mal. Estaba con 87 CD4 y tocaba fondo en todos los sentidos. Como alternativa me ofrecieron un tratamiento experimental y allí vi mi oportunidad. Empecé a tomar los antirretrovirales y poco a poco me iba cuidando para recuperar mi salud y mi vida.

-¿Medicando las duras verdades?
En muchas cosas, en aquella época me vi súper reflejada con la letra de esta canción. No sé como pretenden curar así a nadie. Con la depresión y la ansiedad por todo lo que había pasado, ellos pretendían solucionarlo todo con medicación, y la verdad es que no funciona así.

-¿Qué funciona?
Que te escuchen. Que intenten ponerse en tu lugar. Y tener personas a mi lado. Nunca antes había tenido eso. Yo valía como persona. Muchos años me he rodeado de personas que me han pisoteado. Al salir del psiquiatra tuve una charla con mi hermano que me explicó sobre ACASC, donde habría gente que pasaba por cosas similares. Se me encendió una luz. No me quería ver sola en la calle, amargada. Intuía que había algo más en esta vida para mí. Nunca me había visto tan mal. O me levantaba con esta última oportunidad o ya no me levantaba. Supongo que allí fue el momento. Pensaba que ya se me había acabado, que no iba a tener ilusiones ni oportunidades. Ahora cuando no tengo motivación, me la busco. Siempre tengo que hacer algo y estoy cogiendo el gustillo a cuidarme.

- Y volviendo a la letra de “El Barrio”…
Con esto quiero decir que cuando eres adicto a algo. Cómo pretenden curarte con una medicación que también es adictiva, que es lo que hacen cuando te recetan opiáceos, o por lo menos esa es mi forma de verlo. La gente te puede echar una mano, pero al final te toca a ti abrir algunas puertas y entrar solo. Ayuda contar con alguien, tampoco otro lo puede hacer en tu lugar. No se puede medicar las duras verdades, hay que afrontarlas. La gente que no es adicta cree que lo hacemos para pasarlo bien. Pero la verdad es que llega un momento que ya no te diviertes. Estamos medicando nuestras verdades y a la larga, eso no funciona.

- ¿Y el futuro?
Ahora mismo estoy pasando página. Más adelante me pondré a hacer muchas cosas. Todo lo que me espera y que quiera y pueda hacer. He aprendido a tener paciencia. Paso a paso, meditándolo. Un piso, un curro… pero todavía falta tiempo y trabajo para eso. Estoy en ello. Soñando, pero con los pies en la tierra.

Esperanza

1 comentario:

Anna Tomasi dijo...

ESPERANZA QUE NOMBRE TAN SIGNIFICATIVO.
Mi madre ha leido tu artículo y te desea mucha suerte y animo, guapa mia. Un abrazo de mí parte.